“Entiendo lo que es gritar en otro mundo y que
nadie escuche”: Abril Schmucler, cineasta mexicana
Nuestra casa no tiene electricidad, ninguna casa de
este poblado la tiene. Así que pronto obscurece todo y dificulta hacer
cualquier cosa excepto acompañar a la familia en la cocina, que es de leña.
Abril
Schmucler
Foto: Más de 131
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No dormimos mucho, quizás unas dos horas, y
pésimas. La fiesta de clausura de La Escuelita en el Caracol de Roberto Barrios
fue larga y divertida. Los ritmos del teclado del dueto que animaba a los
bailarines no descansó en toda la noche y todos bailamos con todos. La verdad
que los pasos del colombiano resaltaban entre los toscos giros de los
extranjeros europeos, los forzados movimientos cumbieros de los chilangos y los
brincos discretos y constantes de los compas.
Yo me sentía muy cansada como para intentarlo por
más tiempo y me senté a mirar desde el escenario. Alturas y colores variados
que compartían una alegría que no había visto hacía mucho tiempo. El lodo de
las caminatas bajo la lluvia que se distinguían entre los limpios pies desnudos
de las compas. Las bases de apoyo que permanentemente se los limpian con agua.
Habíamos pasado un larguísimo tiempo internados en
las comunidades del territorio zapatista. Tiempo que en un calendario duró
cinco días. Habíamos llegado el 12 de agosto a media noche después de muchas
horas de carretera entre la selva desde San Cristóbal de las Casas.
No llovía y unos 200 zapatistas nos recibieron con
consignas y aplausos eufóricos.
Bienvenidos a La Escuelita. Difícil no conmoverse
ante tanto esmero y la fila de nosotras y nosotros llegó hasta el auditorio ya
preparado para darnos el recibimiento, rodeados de pasamontañas que significan
tantas cosas para tantos de nosotras y las otras y los otros y nosotros.
Conocí a mi guardiana al día siguiente, bajo el
tremendo calor de verano húmedo. Su nombre en Cho-ol es Sep pero prefiere que
la llame en el nombre castellano. Tiene un rostro maya hermoso y unos 30 años.
Igual que yo, pero ella tiene dos hijos pequeños y es promotora de salud.
Además creo que sabe tres o cuatro idiomas como el Cho-ol, la castilla,
el Tzotzil y muy probablemente el Tzeltal. Y desde que me la presentaron no se
me despegó en ningún momento y bajo ninguna circunstancia, por el resto de los
días y noches de La Escuelita.
Ella debía acompañarme, cuidarme, responder mis
dudas, cerciorarse de que yo lea los cuatro libros de estudio, de que los
entienda y de que haga bien y sin padecimientos todos los trabajos que la
familia en la comunidad me invite a realizar. Intuyo que también debía mirar
que yo no hiciera ningún despropósito al zapatismo o incumpliera alguna de las
leyes del Buen Gobierno.
No tardé mucho tiempo en exasperarme por esa sombra
detrás, junto y delante mío. Y sólo me empecé a convencer de lo acertado de esa
maniobra cuando mi Votán me dijo –“Yo te acompaño al baño, y tú me acompañas al
baño”- y entonces la acompañé al baño para esperarla sentada en un tronco
mojado.
Mis compañeros caminaban como deambulando sin
destino, con su Votán al lado, o detrás. En silencio algunos, otros
conversando. Nos mirábamos entre risas sin entender del todo nuestra nueva
condición de alumnas y alumnos de esta Escuelita Zapatista. Nos presentábamos a
nuestros votánes de diferentes edades y rostros. Algunos más sonrientes y otros
más tímidos.
A nosotras nos enviaron al municipio de Francisco
Villa, a unas tres horas de Roberto Barrios. Luego caminamos otros 20 o 30
minutos de estrecho camino lodoso y selvático que me transportaban a recuerdos
robados de las guerrillas del mundo.
A lo lejos se veían unas cuantas casas de madera
horizontal. Diez o quince mujeres, hombres, niñas y niños, con el pasamontañas
negro esperándonos junto a la escuela del lugar. Nosotros, los estudiantes que
éramos 4, junto con nuestros cuatro votánes, saludamos a cada una de esas
personas y nos sentamos a escuchar la bienvenida que nos habían preparado tan
respetuosamente. Siguiendo al único compañero hombre de la estudiantada,
agradecimos la invitación, tanto nosotros como nuestros votanes. Claro, ellos
tampoco conocen este sitio ni a estas personas.
Cada familia nos llevó a su casa y en ese
pequeñísimo poblado de no más de 10 casas, dejé de ver a mis compañeros hasta
el último día de clases en esa comunidad.
No tengo bien claro en qué momento empezó La
Escuelita. Sospecho que mucho antes de viajar a San Cristóbal de las Casas,
cuando pedí que me invitaran a este nuevo proyecto del zapatismo sin entender
bien de qué se trataba. Tampoco tengo bien claro en qué momento terminó esto
-¿Terminó ya?- pero sé bien que aprendí el “swing” del machete para cortar el
maíz y para limpiar el terreno entre los surcos. Y que no podría resistir
hacerlo todos los días ni todo el día. Y que me duele sólo un músculo de la
mano que tal vez sólo había usado para escribir y jugar ping pong. En la milpa,
mi Votán está al pendiente de mi resistencia al sol y al esfuerzo físico. Pero
Eva y su hermana, de 13 y 16 años están atentas a mis movimientos malhechos.
Ríen y de vez en vez me tratan de enseñar a hacerlo. Sólo intento imitar sus
cuerpos y Ebertina, su madre que es muy bajita y gorda y tiene unos hermosos
ojos brillantes, se ríe y corrige mi postura mostrándome la suya. Ninguna habla
en castellano así que sus indicaciones son puramente visuales y sus palabras me
parecen ruidos incomprensibles y sonoramente los encuentro cálidos.
Aprendí después a desgranar el maíz, a limpiarlo en
el río, a molerlo dos veces, a tortillear casi circularmente y a que todo
eso se hace cada mañana para preparar las tortillas del desayuno y parte del
día.
Mi guardiana no sonríe mucho y está muy preocupada
porque yo me siente a leer los libros de estudio. Cuando se ríe es porque
mantuvo alguna conversación con la familia que yo no comprendo. Y también
sonríe cuando comemos un taco de los aguacates que caen del árbol en donde
decidimos estudiar durante el mediodía. Da mucha sombra y ella coloca una tabla
que limpia antes, para que nos podamos sentar durante horas sin incomodarnos.
Ella, que de hecho ya leyó los libros, lee los mismos capítulos que yo leo. Me
pregunta si entendí todo y a medida que pasa el tiempo, las dos disfrutamos más
de nuestra compañía. Aunque le pido un poco de intimidad -sin éxito- trato de
aprovechar de su presencia y le pido que me cuente sobre ella, sobre sus
actividades como Promotora de Salud, sobre su poblado y sobre sus sueños en
esas noches de tormenta y escandalosos sapos lacandones. A veces me cuenta,
pero a veces no.
Nuestra casa no tiene electricidad, ninguna casa de
este poblado la tiene. Así que pronto obscurece todo y dificulta hacer
cualquier cosa excepto acompañar a la familia en la cocina, que es de leña. En
esos momentos –los más- las conversaciones en Cho-ol se alargan mucho,
dejándome en completo silencio, tratando de pescar alguna palabra en castilla o
por lo menos algo reconocible. Cuando en su diálogo liberan estas palabras,
juego a entender de qué va su plática. A veces incluso me río cuando ellos se
ríen o volteo a ver lo que señalan como interesada. Pero a veces me aborda una
rabia de impotencia y le pido a mi guardiana un poco de traducción que no suele
compartirme, o no completamente –creo- cuando su traducción se limita a decirme
que hablan del sonido que hace un pájaro que está por ahí. Y mi ineptitud
lingüística me obliga a pensar que en verdad hablan de otras cosas como los
planes zapatistas, los alumnos. Seguramente hablan –me digo- de cosas de la
comandancia o de sus historias en el inicio del levantamiento. Estoy tan
aislada que no es posible que hablen de pájaros. Mi rabieta no pasa de una
mirada seria a mi guardiana y por dentro me deshago en la desesperación de
sentirme en otro planeta. Completamente sola e impotente.
Pero hace calor y cansancio, me convenzo de que
debo relajarme y dejarme llevar, guiar, acompañar, enseñar. Además Hugo, el
padre de la familia, que es un viejo alto, comienza a hablarme sin detenerse,
con risas y miradas que me indican que me está contando algo emocionante,
con las manos gesticulando alguna actividad que sólo imagino, y con el resto de
la familia que, iluminada por el fuego de la leña, me mira atenta. La verdad es
que no entiendo nada de lo que me dice Hugo y me limito a repetir alguna
palabra suya. Mientras él ríe y sigue hablándome en Cho-ol, yo le ruego a mi
Votán o a la menor de las hijas, Eva, que poco habla castellano, me expliquen
qué me está contando. Pero no me ayudan y tengo unas voraces ganas de
preguntarle cosas a esos dos viejitos. Cosas previas al levantamiento, si
participaron en el `94, de qué forma cambió su vida estos 20 años, cosas de la
selva, del grano, de cómo tienen tantos animales. Mis ansias de sentirme
escuchada y comprendida, y respondida, son como un animal amarrado que
desesperadamente lucha contra las cuerdas que aprietan su cuerpo.
Entiendo, entiendo lo que es gritar en otro mundo y
que nadie escuche.
Casi terminamos los cuatro libros, mi guardiana
está satisfecha con las preguntas que a veces le hago. Además ha estrechado su
amistad con la familia y cada vez extraña más a sus hijos. Como es el último
día en la comunidad y sólo esperamos que vengan por nosotras y nosotros, la
familia nos prepara un itacate con muchas tortillas, una penca de plátanos
machos a cada una, varios aguacates que Oscar, un pequeñísimo niño baja con una
ramita a 10 metros de altura. Yo le enseño los juegos de manos de la primaria a
Eva, aunque nunca me aprendí los cantos sí nos divertimos mucho con los
aplausos coordinados –y descoordinados- y su hermana se ríe con nuestro
esfuerzo. Empiezo a sentir cierta melancolía por ese monte, por ese olor, por
esos hermosos paisajes, por ese ajeno idioma, por esa familia y empiezo a
pensar en qué es lo que aprendí de La Escuelita, que es todo aunque por ahora
no pueda poner en orden tanto que pasaba por la cabeza mientras despertaba,
desayunaba, caminaba, me bañaba, comía, reía, padecía, trabajaba, estudiaba y
convivía con ellos, las bases de apoyo del EZLN, todo eso que son palabras como
autonomía, dignidad, feminidad, resistencia…todo eso que son las formas de
vivir que eligieron ellos y que quizás debamos elegir todos para que el mundo
sea un poco mejor para todos y todas.
En mi mundo, que es otro el mío que el de ellos,
debo ahora aprender a reordenar todo eso que escuché y hablé y sentí y viví,
para ajustarlo a las calles de la ciudad de México.
Publicado
el 26 de agosto de 2013
La entrada fue impresionante, eran como mil 100
zapatistas abriendo el pasillo con aplausos ¡fue increíble!: Nicolás T.T.,
estudiante de 13 años
En Zapata me enteré de algo impresionante: Alfredo
no se llama Alfredo, Susana no se llama Susana y es lo mismo con Jorge, Teresa
y Rafael, esos nombres son nombres de lucha, como aquí les dicen.
Nicolás
T.T.
Fotos: Nicolás T.T.
Fotos: Nicolás T.T.
Mi bitácora
Jueves 8 de Agosto de 2013
Me emociona mucho conocer a los zapatistas por
muchas cosas, entre ellas saber cómo se organizan, su facilidad para variadas
actividades entre muchas otras. En ellos está la inspiración de mi papá, estos
son mis pensamientos en el avión a Tuxtla.
Ya llegué a Oventic, ya no lo recordaba bien y es
muy bonito.
Sí nos dejaron quedarnos a dormir, pero no sabíamos
que teníamos que traer casa de campaña, no sabíamos qué hacer ni qué decir, y
una familia que estaba en nuestro grupo nos ofreció una lona de 3 metros
y así nos las arreglamos.
Con más plástico e hilo lo logramos.
Esperemos no llueva.
Viernes 9 de Agosto de 2013.
Hoy comenzó la verdadera fiesta de los zapatistas,
en la mañana nos despertamos y nos dimos cuenta de que sólo había chispeado un
poco y no se metía el agua, lo que sí es que como estábamos de bajadita y era
plástico nos resbalábamos….. Bueno, un rato después salimos y estaba entrando
tanta gente que parecían hormigas, hay muchos puestos de comida, artesanías,
ropa, entre muchos otros. También hicieron partidos de fut y de basquet y
también llevaron bandas de rock alternativo y creo que ya.
Estuvimos un rato en la plasticasa porque estaba
lloviendo muy duro y sucedió lo inevitable, comenzó a meterse el agua y desde
ese momento supimos que nos teníamos que ir de ahí. Un rato después bajó un
poco la fuerza de la lluvia y fuimos a comer y encontramos un lugar para
quedarnos, es como una choza enorme en la que duerme mucha gente, nos
instalamos y aquí estoy escribiendo en Chiapas, Oventic, y se me olvidaba, nos
íbamos a quedar en una casa de campaña pero nunca llegó. Yo disfruto la
estancia de los días que se me pasan muy pero muy lento, ahora sí desde
Chiapas, Oventic.
Sábado 10 de Agosto 2013.
Hoy me desperté como a las 8:15 de la mañana y nos
estaban sacando porque había una junta y nos tuvimos que apurar mucho. Después
de salir hubo un cambio de planes, decidieron (mi papá) que nos íbamos
hoy y supuestamente nos íbamos mañana. Bueno, no hicimos mucho antes de irnos,
sólo desayunamos, desmontamos nuestra plasticasita, un rato después agarramos
una camioneta que nos llevó a San Cristóbal, pero a mí me dieron náuseas
llegando y después de que comimos en la Tierra Adentro me sentí mejor.
Un rato después fuimos a Cideci que es donde nos
establecieron el lugar que nos tocó, y de mala suerte nos tocó Oventic, pero
bueno, ya qué. Luego de eso regresamos a comer y como no llegaba la comida,
salí a caminar. Tomé un refresco y un chavo llamado José nos llevó a la casa en
la que nos quedaríamos. Cuando vi la casa pensé que iba a ser muy bonita y
cómoda, tenía un calentador, tres cuartos, sala y tele enorme. Luego de eso me
bañé y me vine a escribir y tenemos pensado leer los libros de La Escuelita,
ver una peli y cenar y a dormir. Eso fue lo que pasó hoy aquí en Chiapas.
Domingo 11 de Agosto de 2013.
Hoy dormí perfecto, me desperté tarde, todo muy
cómodo. Me desperté con ánimo para La Escuelita porque estoy dispuesto a hacer
lo que me pidan, pero bueno, por tanta comodidad se nos hizo tarde, o eso
pensamos.
Tenemos que estar en el Cideci como a las 10 y
salimos de la casa a las 11:30, y todavía fuimos a desayunar, pero bueno,
cuando llegamos no había salido ni un camión. Alrededor de las 12 horas
salieron los primeros y corrimos detrás de ellos porque queríamos ir a una
tiendita. Yo me compré unas patatinas, un Del Valle chico y un agua; mi
hermano, un Del Valle y unas sabritas de limón; mi papá, una manzana y una coca
chiquita, y Ximena unas chips naturales y una coca chiquita. Luego llegamos,
nos sentamos a comer y esperamos. Había gente muy diferente, habían hippies,
rockeros, rebeldes, universitarios, gente mayor, niños y uno que otro
entrevistador y a mí me entrevistaron.
El Cideci es grande y se pusieron muchos
puestos de ropa, estampas, etcétera, y hubo un concierto en el que tocaron
rock, rap y creo que yo estaba muy emocionado para que ya saliera el camión y
lo que más quería era que nos tocara en una comunidad medio metida en el
bosque. Y bueno, una vez que nos subieron a los camiones estuvimos parados ahí
como 1 hora y media y al fin arrancamos, pero me dormí casi todo el camino.
Llegando no sabía dónde estábamos porque nos
bajamos como 100 metros antes de la entrada a Oventic y la entrada fue
impresionante , eran como mil 100 zapatistas abriendo el pasillo con aplausos ¡fue
increíble! Y entramos a Zapata y después de una plática larga empezó el
registro, y bueno una vez que nos registramos fuimos a cenar y luego fuimos a
bailar, pero el baile fue muy intenso porque es como un slam pero más
light, estuvo muy chistoso. Ya como a la 1:30 nos fuimos a dormir y ahí nos
despedimos ese día de Susana y Alfredo, nuestros guardianes, y aquí escribiendo
desde Oventic.
Lunes 12 de Agosto de 2013.
Hoy nos levantamos con una meta, convencer a los
compas para que nos mandaran a comunidad, porque nos había tocado en el Caracol
de Oventic, y después de hablar, en la espera usé la reportera, platicamos con
nuestros guardianes, desayunamos y hasta un rato después terminaron los
registros y así se tardaron dos días en acabar los registros, pero
bueno. Un rato después hubo una plática extremadísimamente larga, entre
paréntesis tres largas horas, pero había una chava muy guapa sentada justo
frente a mí y después lo logramos, nos mandaron a una de las comunidades más
altas y el recorrido fue difícil, nos llevaron en coche hasta un cierto punto y
luego caminamos pero yo era el único con maleta y subimos una empinada muy
resbalosa, luego cruzamos un maizal y llegamos todos vivos. Esta es la
comunidad de nuestros guardianes y es muy bonita, nos sentamos a platicar un
rato, nos tomamos un té y aquí escribiendo desde Sikiluk’um, Chiapas.
Martes 13 de Agosto de 2013.
Hoy nos despertamos y nuestro primer pensamiento
fue que no nos habían llevado a la milpa porque ya era tarde, bueno yo salí
corriendo al baño, es el baño más bonito que he visto en mi vida, es un hoyito
a la mitad del bosque, bueno cuando regresé me enteré de que íbamos a ir a
sembrar frijol y no a la milpa y fuimos a desayunar, y son las tortillas más
ricas que he probado en mi vida y el agua más fresca también. Llegando a
nuestro destino yo estaba cansado porque nos fuimos caminando y hoy no
sembramos frijol, hoy limpiamos la mitad del área con un azadón y casi se me
hacen dos ampollas, una en el dedo anular izquierdo y otra en donde empieza el
dedo índice derecho y empecé muy mal pero terminé sabiendo bien cómo hacerlo y
bueno, llegando de regreso hicimos planes para mañana, va a ser igual porque
sólo hicimos la mitad del terreno y casi casi nuestra tarde se basó en
estudios. Comimos frijol con chayote y estuvo muy rico.
Tuvimos un descanso y nos enseñaron su huerto donde
tienen plantas, limón y otras plantas como plátanos y ya no recuerdo otra,
regresamos y otro ratote a estudiar. Tomamos un té de limón y ya, pero me
divertí mucho porque estuve agarrando pollitos y estoy aquí escribiendo
desde Sikiluk’um, Chiapas.
Miércoles 14 Agosto de 2013.
Hoy me desperté de una noche medio mala. Lo primero
que hice fue ir al baño y luego a estudiar, acabando el primer capítulo
desayunamos y le dí una tortilla al perro porque me da tristeza porque está muy
flaco pero está muy bonito, y estaba tratando de agarrar un pollo y cuando lo
logré me dí cuenta de que todos me estaban viendo feo. Bueno, nos fuimos al
trabajo e hicimos lo mismo de ayer pero hoy fue mucho más rápido porque era
menos terreno y ya estaba medio limpio.
Hoy llegamos y las mujeres estaban trapeando y
estudiamos otro rato y después de eso fuimos a ayudar a cocinar, yo piqué la
cebolla, probé el achiote….. pienso que es asqueroso.
Luego de eso mi hermano y yo jugamos unas
persecuciones y el se resbaló y me burlé y luego él fue hacia mí y me caí de
una montañita.
Fuimos a comer arroz, frijoles con chayote y huevos
y terminé llenísimo y me di cuenta de que mi caída me había lastimado el codo y
la muñeca derecha y la rodilla izquierda, salimos a estudiar otro rato, y al
acabar jugué un ratito más y otro rato de estudio.
Fuimos a tomar té limón y ya escribiendo aquí desde
Sikiluk’um, Chiapas.
Jueves 15 de Agosto de 2013.
Hoy dormí muy bien y nos despertamos y nos
enteramos de que íbamos a comer pollo y que íbamos a ver como lo mataban.
Bueno, desayunamos lo de siempre y hoy cuando nos íbamos al trabajo, nos íbamos
sin azadones y al llegar nos pusimos a sembrar frijoles y luego de eso le puse
a Alfredo (mi guardián) un reto con la resortera y le dio a todo. Regresando
estudiamos un rato más y cada vez estaba más cerca lo del gallo y llegó el
momento y no me atreví a verlo, llegué después, sí vi como lo destriparon,
cuando comimos el pollo estaba DELICIOSO. Luego jugué persecuciones con Mateo y
le gané, después me asusté porque me cacharon dándole tortilla al perro, luego
nos querían enseñar a tejer un morral pero yo me aburrí.
Luego fuimos a cenar, pero no cenamos nada, sólo
platicamos, nos fuimos a la cama y eso pasó hoy en Sikiluk’um, Chiapas.
Viernes 16 de Agosto de 2013.
Hoy nos despertamos MÁS temprano para desayunar
porque hoy es nuestro último día. Nos despertaron con un café natural que nos
dieron y desayunamos un pollo DELICIOSO, un rato después mi papá les pidió que
nos vendieran cosas que ellos habían tejido como monederos, estuches, morrales
y una almohada, todo estaba precioso y mi papá tuvo la idea de pagárselos al
doble porque así lo hubiéramos comprado en San Cristóbal pero son tan aferrados
a sus pensamientos que no nos dejaron y bueno una vez que acabó fuimos a
tomarnos fotos, al fin podía tomarle fotos a Alfredo y Susana, mis guardianes y
a Teresa y a Roberto ( nos recibieron en su casa) y a los hermanos de Alfredo
(Jorge) al final de las fotos fue muy emotivo, bueno, te dieron casa y te
mantuvieron .
Una vez que llegamos al coche fue increíble porque
Jorge, mi hermano, Rafael y yo nos fuimos en la caja y creo que por las curvas
me salieron más ampollas que en el trabajo, bueno llegando a Oventic nos
despedimos de Jorge y entramos al Caracol.
En Zapata me enteré de algo impresionante: Alfredo
no se llama Alfredo, Susana no se llama Susana y es lo mismo con Jorge, Teresa
y Rafael, esos nombres son nombres de lucha, como aquí les dicen, y me puse a
pensar cuantas cosas pueden hacer con el maíz: pozol hervido, tortillas,
esquites, elote asado entre muchas otras y también me impresiona la bondad de
los zapatistas.
Publicado
el 26 de agosto de 2013
“Visitamos lo más hermosísimo de lo hermoso de la
vida”, Doña Fili, 80 años, pionera de la fundación de Santo Domingo, Coyoacán.
Ya en el camino un niño nos dio una bolsa con
limas. En las noches silenciosas, los hermanos le están dando vida a otro
mundo.
María de
los Ángeles Castillo
Foto: Más de 131
Foto: Más de 131
A mí me toco ir al Caracol IV Morelia, Torbellino
de Nuestras Palabras, comunidad Puebla Nueva. Ya en la madrugada nos dieron la
bienvenida hombres, mujeres y niñas, fue un torbellino de palabras.
Fueron muchos pensamientos que recordé en ese momento. Recordé a todos los
que lucharon, para que en estos momentos y en ese lugar se lograra una sociedad
nueva, con mejores condiciones de vida.
A los torturados en las cárceles clandestinas del
campo militar número uno, las bayonetas marcando el pecho de los campesinos de
Guerrero, los caídos en Chihuahua. Son muchos los que caminan con nosotros.
El cielo en la mañana en Morelia era limpio y se
alternaba con la lluvia, nosotros en el desayuno. Después pozol, estudio y
trabajo colectivo en el frijolar. Al regresar la comida y por las tardes
conocer y palpar la autonomía.
En la microclínica que lleva el nombre Compañero
Eligio y Compañero Horacio, se dan cursos a los promotores y
promotoras de yerbas, para parteras, y hueseras. Visitamos la
tiendita colectiva.
Visitamos lo más hermosísimo de lo hermoso de la
vida, La Escuelita Autónoma Rubén Jaramillo, donde niños se presentaron para
darnos la bienvenida, después fuimos al manantial donde nace el agua pero
también nace la vida.
Ya en el camino un niño nos dio una bolsa con
limas. En las noches silenciosas, los hermanos le están dando vida a otro
mundo.
Yo siendo pequeña llegué a Coyoacán, después a Los
Pedregales, a nuestro querido Santo Domingo, herencia que nos dejó el volcán
Xitle, donde formamos nuestra colonia, donde trabajamos, así como le llaman los
hermanos zapatistas el trabajo colectivo, todo fue hecho por hombres, mujeres y
niños.
Recuerdo mucho al ir a La Escuelita, que fue volver
a vivir el trabajo en la colonia cuando la construimos. Nuestra
colonia recibió a los hermanos zapatistas cuando ellos vinieron, en la consulta
hubo mucha participación. De alguna manera estamos muy cercanos a ellos. Y el
ir allá a las escuelitas, sí nos recordó nuestro trabajo colectivo en la
colonia.
Un compañero base de apoyo nos platicó de las
ciudades rurales, que son programas del mal gobierno. En nuestra
colonia también hace mucho quisieron hacernos casitas, en ese tiempo se llamaba
el programa FIDEURVE, unas casitas muy pequeñas, y donde los colonos dijeron
que no querían “pichoneras”, no querían “palomares”, uno más de los proyectos
para acaparar la tierra y hacernos una casa como caja de zapatos.
Aprendimos una solidaridad diferente, y sobre todo
del trabajo autónomo. Fuimos a un frijolar, otros a las milpas y así cada quien
le dio opción a su experiencia de trabajo. Lo que tenemos que borrarnos de la
cabeza es que somos analfabetas, aprendimos mucho. Fueron hermanos estudiantes
e intelectuales y también agarraron el azadón y acarrearon leña. Nos dimos cuenta
que todos tenemos un compromiso y que hay que bajarle a la soberbia y caminar
entre todos a la autonomía en nuestro país.
Gracias a la comisión Sexta del EZLN, a la
coordinación de la Escuelita Zapatista por la libertad. Gracias a las mujeres,
hombres y niños y ancianos del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional.
Gracias por ir a cada uno de nuestros lugares nacionales e internacionales para
hacer el camino y que nosotros pudiéramos llegar como estudiantes en el curso
del primer nivel de la “La libertad según los y las zapatistas en el año 2013.
Gracias a las juntas de buen gobierno, a los hermanos bases de apoyo
zapatistas. Gracias a nuestros guardianes, Votanes que nos abrigaron, cuidaron
y alimentaron y gracias a los compañeros del CIDECI.
Publicado
el 26 de agosto de 2013
Saltan detalles no vistos antes, como los hombres
haciendo el agua de limón, junto a la cazuela o moliendo el nixtamal: Olmo
Manrique, cantante de reggae
Ningún movimiento ha puesto el énfasis tan
persistentemente en la lucha contra las desigualdades de género como éste, el
de los zapatistas.
Olmo
Manrique
Fotografía: Itzel Hernández
Fotografía: Itzel Hernández
Los zapatistas tienen siempre la ventaja de
saber impresionar y conmover a sus interlocutores, limpia y legítimamente,
con la dignidad a flor de piel. A nuestra llegada al Caracol, en la
oscuridad de la selva, se vislumbran los letreros que avisan que estamos
en un territorio distinto, lo cual te pone en una sensibilidad de emoción.
Hacemos una fila y al comenzar a caminar, escuchas
los aplausos a lo lejos. Conforme te acercas a ese sonido comprendes que
los aplausos siguen a las vivas por un micrófono. Entonces te ves
flanqueado a ambos costados por las filas de los encapuchados, ojos mayas,
ojos morenos, y te das cuenta de cuántas cosas puede transmitir la mirada,
aunque no se pueda estar seguro del sentimiento que se esconde detrás
de los pasamontañas. Nuestros rostros, los de las caras descubiertas, denotan
asombro y emoción, que arranca sonrisas inevitables. Vivas y vivas no paran.
Todos las entonan.
Hemos visto distintas comunidades en distintos
sitios, y siempre se encuentran lugares comunes, coincidencias, como el
fogón y la cocina, rústicas y separada del resto de las
habitaciones, y las tortillas hechas a mano por una mujer de la casa. Pero
dentro de esa imagen del campo mexicano, saltan detalles no vistos antes, como
el de los hombres haciendo el agua de limón, junto a la cazuela o moliendo el
nixtamal. Pequeños pero valiosísimos detalles que representan cambios
culturales profundos, tan difícil de conseguir si no es por esfuerzos
calculados y previstos.
Cierto es que muchas de las compañeras de la
sociedad civil no fueron llevadas a las milpas, sino sólo los hombres, pues a
ellas les correspondió quedarse a aprender el arte de tortear. El camino
hacia la equidad de género es sinuoso, muy complicado y con limitantes
varias. Lo cierto es que ningún movimiento ha puesto el énfasis tan
persistentemente en la lucha contra las desigualdades de género como éste,
el de los zapatistas.
Publicado
el 26 de agosto de 2013
“Los zapatistas enseñan una forma subversiva de
vivir en el mundo”: Mumia Abu-Jamal
En el décimo aniversario de la autonomía de las
comunidades rebeldes del sureste mexicano, el periodista y preso político
afroamericano apunta que los zapatistas no le dan tregua al imperio.
Free Speech Radio News
Audio grabado por Noelle Hanrahan para Prison Radio.
Traducción: Amig@s de Mumia de México
Audio grabado por Noelle Hanrahan para Prison Radio.
Traducción: Amig@s de Mumia de México
Estados Unidos. “El camino zapatista es digno de aprender y es
digno de enseñar”, apunta el preso político afroamericano Mumia Abu-Jamal,
invitado especial a la escuelita “La Libertad según los zapatistas”, a diez
años del nacimiento de los Caracoles y Juntas de Buen Gobierno.
Partidarios mexicanos e internacionales del
movimiento zapatista regresan de las comunidades indígenas donde estuvieron una
semana, participando en la Escuelita. El propósito de la actividad fue
compartir ideas y métodos sobre el gobierno autónomo de los zapatistas.
Los zapatistas enviaron invitaciones especiales a
una corta lista de distinguidos invitados, entre ellos el periodista
encarcelado, y también comentarista de Free Speech Radio News
(FSRN), Mumia Abu-Jamal. Con la ayuda de Prison Radio, FSRN habló con
Abu-Jamal acerca de la escuelita y el aniversario de las Juntas de
Buen Gobierno de los zapatistas.
MUMIA ABU-JAMAL:
Con demasiada frecuencia los norteamericanos, incluso los llamados
izquierdistas, adoptan una actitud superior, de hecho, una actitud imperial,
como si nosotros debiéramos enseñar a los demás cómo luchar y resistir. Por el
contrario, la experiencia es el mejor maestro, y por lo menos en la última
década vimos brotar la autonomía en comunidades ricas en igualdad y en la
dignidad del autogobierno, es decir: la libertad en Chiapas. Y Chiapas es el
ombligo del imperio en México.
FSRN: Las
Juntas de Buen Gobierno zapatistas también administran su propio sistema de
servicios básicos, como escuelas y clínicas. Aunque la Escuelita para
enseñar a otras personas su sistema de gobierno comenzó esta semana, los
rebeldes mayas han implementado su propio sistema educativo, independiente del
financiamiento del gobierno, durante años.
MUMIA: La
educación en el imperio enseña la hegemonía, la historia falsa, el racismo y,
además, insiste en que el imperialismo es algo bueno. Las comunidades
zapatistas, por otro lado, retoman el conocimiento de los pueblos originarios,
los pueblos indígenas, y enseñan una manera poderosa y subversiva de vivir en
el mundo, de vivir en comunidad, con propiedad compartida, en equilibrio con
todos los seres vivos, con respeto a la Madre Naturaleza. Por supuesto, nos
enseñan todo lo contrario en el Imperio -aislamiento, materialismo y guerra
contra la Madre Naturaleza y el mundo entero.
El camino zapatista es digno de aprender y es digno
de enseñar. En las palabras del gran historiador C.L.R. James, “cada cocinero
puede gobernar, todos podemos aprender”.
FSRN: El
primero de enero marcará el 20 aniversario del levantamiento en Chiapas. Abu-Jamal
señala que la fecha coincide con la aprobación del Tratado de Libre Comercio de
América del Norte (TLCAN), el que los rebeldes llamaron una “sentencia de
muerte” para los pueblos indígenas de México.
MUMIA:
Tanto México como Estados Unidos desataron los perros de la guerra –la
oligarquía mexicana en Chiapas, Estados Unidos, y el Medio Oriente. Las fuerzas
imperiales no pueden tolerar ninguna chispa de resistencia a su dominio del
mundo entero; los zapatistas no les dan tregua. Y están creciendo.
FSRN:
Éste es Mumia Abu-Jamal, hablando de la prisión SCI Mahanoy en
Frackville, Pennsylvania, en el aniversario de la inauguración del sistema de
gobierno civil zapatista conocido como las Juntas de Buen Gobierno.
Publicado el 26 de agosto de 2013
“Nos explicaron que con ellos la ley de gobierno ya
se chingó”: Román Hernández, defensor de derechos humanos en la Montaña de Guerrero
Aprendimos a rasar y doblar milpa, recoger frijol,
llevar la carga con el mecapal, cortar caña, limpiar cafetal. Es decir,
aprendimos a resistir trabajando la tierra, para sentir la libertad que corre
por los arroyos o a la sombra de una ceiba.
Román
Hernández
Foto: Más de 131
Foto: Más de 131
- … ¿y bien?
- Insisto en mi
primer pregunta. Ahora que regrese de La Realidad ¿a dónde regresaré?
- Contesto a su
primer pregunta con otra. Ahora que regresa de La Realidad, para ustedes ¿qué
es la libertad?
- Buena pregunta.
Permítame un primer intento de respuesta… -
Atormentado por atormentar a Votán con tan ociosas
preguntas.
El diálogo imposible sucedió entre el 12 y 16 de
agosto de 2013 en la comunidad de El Porvenir, Municipio Autónomo Rebelde
Zapatista de San Pedro de Michoacán, Caracol I La Realidad Madre de los
Caracoles del Mar de Nuestros Sueños, Chiapas, México, Latinoamérica, Planeta
Tierra.
¿Cómo fue que pasó?
Tardamos para llegar a La Realidad, bien nos lo
había advertido el conserje, velador y barrendero de La Escuelita Zapatista: el
camino más largo es de entre 9 y 10 horas, si es que no se descompone la
camioneta (como sí pasó) o si es que no se les ocurre a lxs alumnxs de la
Escuelita bajarse a comer tamales en Las Margaritas (como también pasó).
No faltaron los curiosos. Entre Comitán y Las
Margaritas atentos estaban a la caravana de La Escuelita Zapatista, más de tres
sujetos que al paso de la caravana bajaron de sus camionetas sin placas, con
una cámara de video a grabar el paso de lxs alumnxs: bigote, pelo corto o
pelones por el estrés, panzones por tantas horas sentados haciendo informes
absurdos para los órganos de supra-mega-hiper-inteligencia del mal gobierno,
-“tienen razón jefe, son un chingo” puede leerse en su último informe-,
camioneta blanca, chamarra negra de piel, lentes oscuros,… los pinches juras
pues. Y pa’ que no dijeran que lxs alumnxs somos mal educadxs les dejamos un
cordial saludo a esos guachos, “¡la banda los saluda! ¡ … !” -Usted ponga
el resto-.
Del otro lado, ya entrando a la selva fronteriza,
después de 11 horas de camino, alrededor de las 02:00 de la mañana del 12 de
agosto, al pasar por las comunidades de San José del Río (donde está el
hospital autónomo La primera esperanza de los sin rostro de Pedro) y Guadalupe
Tepeyac, a orilla de carretera lxs compas gritaban consignas al paso de la
caravana: “¡Zaapaaata vivee!”. Vuelva usted a poner el resto.
Dos formas diametralmente opuestas de reaccionar
frente a cientos de jóvenxs con sueños de libertad en sus cabezas, fuerza en
sus corazones y ejemplo zapatista: unos hostigan e intimidan, otrxs, muy otrxs,
resisten la madrugada para, en tan solo un instante, cambiar el mundo de quienes
miramos al otro lado del espejo su ejemplo de resistencia, dignidad e inmenso
cariño.
Jamás hubiera creído que entrar a La Realidad es un
acto místico, pero sobre todo de resistencia. Horas llevaban lxs compas
esperando a que llegáramos. Horas llevábamos nosotrxs esperando llegar. Hasta
que por fin sucedió. “¡Formados en una fila compas! Hasta que les diga
avanzan”. A lo lejos se alcanzaban a escuchar las consignas ¡Viva la
sexta nacional e internacional! ¡Vivan los caracoles zapatistas! ¡Vivan lxs
estudiantxs de la escuelita! … y como jamás se había escuchado en cualquier
otra parte, desde las entrañas de la Tierra, con el poder de un volcán que
estremece al escuchar su tronar, cientos de compas respondían a una sola voz
puño izquierdo en alto… ¡Viva!
La neblina baja y densa trae consigo la memoria de
todxs lxs abuelxs que también nos reciben y del compa Sub Pedro. Colgada en la
entrada del Caracol una manta nos dice “Bienvenidos hermanos y hermanas en este
Caracol Madre de los Caracoles. Y en su escuelita de: La Libertad según los y
las zapatistas.”
Si la evaluación de La Escuelita se basara en la
rapidez de lxs alumnxs para hacer filas de 15, todos habríamos quedado
reprobados. Tardamos más en hacer las filas de 15 que lo que duró el baile de
bienvenida. Nos dieron una advertencia sobre los trabajos y las familias que
nos recibirán, pasaron lista, (no estamxs todxs), nos dieron los horarios y
gritamos con coraje y dignidad el Himno Zapatista. ¡Saludar ya!
La Bienvenida terminó a las 05:30 de la mañana y la
diana fue a las 07:00 del horario sur oriental,… ¿o era del horario de la
resistencia? mmm… ¿o el del mal gobierno?… La idea es que dormimos una hora y
media. Muchxs al despertar nos quejamos de que habíamos dormido poco. Muchxs no
nos enteramos de que las compas que estaban de comisión en la cocina, esa
madrugada que nos recibieron no durmieron nada, todo con tal de que antes de la
primer clase del día, (a esta altura lxs compas ya han dado muchas clases),
tuviéramos algo de almorzar.
En esa clase con la Junta de Buen Gobierno “Hacia
la Esperanza” nos explicaron la estructura del gobierno autónomo: El gobierno
local con lxs comisariadxs y agentxs municipales; los MAREZ y el Consejo
Municipal; la Junta de Buen Gobierno y sus áreas de trabajo, la comisión de
vigilancia y el filtro. Nos explicaron lo que es para lxs zapatistas la
autonomía: “Se necesita conciencia para autogobernarnos, no nos van a decir lo
que tenemos que hacer”. La democracia: “Hacemos democracia todo el tiempo,
elegimos y no gastamos dinero del pueblo, no hacemos campañas”. La justicia:
“Para el mal gobierno la justicia es un negocio, es rentable, para nosotrxs lxs
zapatistas en la justicia no conocemos el amiguismo, aquí la justicia no cuesta
dinero”.
Nos explicaron el gobierno colectivo y los Siete
Principios de Mandar obedeciendo. Los deberes y obligaciones del Gobierno
Autónomo Zapatista. “Podemos gobernar mejor que el mal gobierno, y es para todo
México y otras partes del mundo”. La participación de las mujeres en el
gobierno autónomo: “Más que la fuerza, es el conocimiento”.
Algunas citas textuales: “Nosotros no necesitamos
propagandas ni campañas como los de allá arriba”, “A la chingada con ese mal
gobierno y su democracia de mentiras”, “Nos hemos dado cuenta que la utopía no
es un sueño, sino que es una realidad porque lo estamos ejerciendo nosotrxs lxs
zapatistas”, “La ley del gobierno oficialista ya se chingó, con nosotrxs no
funciona”, “Aquí el que manda es el pueblo y el gobierno obedece”.
Esa noche nos asignaron a nuestrx Votán y empezó la
salida hacia las comunidades en donde las familias zapatistas nos recibirían y
nosotrxs lxs alumnxs aprenderíamos la lección más valiosa de la Escuelita
Zapatista, el ejercicio responsable y consciente de la libertad.
La única manera de llegar a El Porvenir es caminar
la montaña por senderos de lodo en los que hay que saber muy bien en donde dar
el siguiente paso si no quieres perder tus tenis viejos, que por chidos se
quedan en el fondo del fango. Las botas ayudaron a quienes las andaban.
Antes de llegar a El Porvenir empezaron a aparecer
lxs compas, llevaron un caballo para ayudar a quienes llevaron cosas en exceso
o cargar a quien fuera desmayándose, también llevaron pichi que en
castilla quiere decir pozol, un manjar que anuncia el medio día y rescató a
varixs alumnos del desmayo.
Lxs familias de compañerxs nos recibieron afuera de
La Escuela Autónoma, nos saludamos de mano, “Zan compañerx”. La última
compañera que saludamos quiso compartir su emoción y explotó en un llanto
discreto, sincero, como cuando guardas un secreto por treinta años, una
complicidad que te come el pecho por querer contarla, y de pronto, cuando te
reconoces en los ojos de la otra, del otro, y ves que el secreto, la
complicidad es compartida, es como rasguñar el pedazo de verdad que entre todas
y todos, zapatistas y alumnxs, somos.
Entender el tojolabal es fácil, solo hay que llevar
los ojos, los oídos y el corazón bien abiertos, porque además de las palabras,
los ojos, las manos y el corazón de lxs compas también hablan. Es decir lo
único que no entendíamos era el 25 por ciento del lenguaje de lxs
tojolabaleros.
Conocimos el potrero colectivo, algunxs intentamos
lazar una vaca, pero lo más que logramos fue lazar una pata y un cacho del
animal, claro, también logramos poner en apuros a lxs compas cuando intentaron
deslazar la pata y el cacho. Bravas se ponen las bestias cuando ven tanto
curioso merodeando por ahí. Por lo demás, un ejemplo palpable del trabajo
colectivo.
Aprendimos a rasar y doblar milpa, recoger frijol,
llevar la carga con el mecapal, cortar caña, limpiar cafetal. Es decir,
aprendimos a resistir trabajando la tierra, para sentir la libertad que corre
por los arroyos o a la sombra de una ceiba.
Por las tardes, estudiar el gobierno autónomo,
preguntar y preguntar hasta atormentar a Votán y a la familia que nos ayudaba a
estudiar: ¿me puedes dibujar un mapa del Gobierno Autónomo Zapatista? ¿Cuántos
consejerxs tiene el MAREZ? ¿Puedo ver un libro de la escuela autónoma? ¿Qué les
enseñan en historia? ¿En serio los niños de seis años conocen la palabra
autonomía? ¿El 31 de diciembre a las 4 de la tarde, sentían miedo? ¿Cómo
hicieron para controlarlo? ¿Cómo era el Sub Pedro? ¿Dónde está el sup Marcos?…
Una tormenta pues.
Comimos chenek –frijol-, sakita –hongos-,
conhio –yerba dulce-, pish –tomate-, guaá –tortilla-
y koltz a nolob –huevo duro-.
También vivimos y aprendimos muchas cosas que no se
pueden contar porque no vienen en los cuadernos de texto de primer grado del
curso de “La Libertad según l@s Zapatistas”. Lo que si podemos decir es que,
siete días en La Escuelita Zapatista han tenido más poder de transformación en
lxs alumnxs que 3 años de preescolar, 6 años de primaria, 3 años de secundaria,
3 años de media superior, 4 años de la primer carrera, 4 años de la segunda
carrera, 2 años de maestría y no sé cuántos más de posgrado. Y es que lxs
compas zapatistas son buenxs para eso de los calendarios, en 19 años o 30
-según se quiera ver- han podido recuperar la autonomía y la libertad que, 520
años de despojo, explotación, represión y sobre todo de desprecio, han
intentado y siguen intentando destruir. Pero ante eso, las familias zapatistas,
nuestrxs maestrxs, son un ejemplo vivo de resistencia, fuerza y dignidad, pero
sobre todo de trabajo incansable, alegría y libertad.
A la mitad del camino cuando veníamos de regreso al
Caracol, nos detuvimos en los límites de El Porvenir y La Realidad. Votán ya
venía viendo la manera de deshacerse de mí y perderme en la selva para que
dejara de atormentarlo con preguntas ociosas. Sacó el pichi, alzó su
pasamontañas tomó un sorbo abundante, me dio el pozol, miró el horizonte y
dijo:
- … ¿y bien? –
- Insisto en mi
primer pregunta. Ahora que regrese de La Realidad ¿a dónde regresaré?
- Contesto a su
primer pregunta con otra. Ahora que regresa de La Realidad, para ustedes ¿Qué
es la libertad?
- Buena pregunta.
Permítame un primer intento de respuesta… con otra pregunta ¿Será que Tierra +
Trabajo = Libertad. O será que menos rollo y más trabajo?
- Ponga usted el resto…
Publicado
el 26 de agosto de 2013
“Que se lleven esta semilla a sus pueblos y la
hagan crecer”: Marisol Yañez, compositora y cantante de son de Guanajuato
El sueño de nosotros, nos dijeron los compas, es
que ustedes vean que nuestra lucha es por la vida y se lleven esta semilla a
sus pueblos y la hagan crecer.
Marisol
Yáñez Oros
Me tocó en el Caracol La Realidad, de los
territorios más lejanos y donde más estrecha se ha tejido la resistencia desde
antes del levantamiento. Hicimos 12 horas de camino lento y precavido para
mantener unida la caravana que partió de San Cristóbal. Para mi la primer
lección fue el sincero saludo de lucha que nos dieron los compañeros y las
compañeras al llegar a las 2 de la mañana a su Caracol, nos esperaban atentas
madres, padres, niños con música en vivo y aplausos, celebraban que iniciaba la
compartición de su lucha para todos los alumnos de fuera. El baile entre lluvia
y fiesta duró hasta las 5 am, cuando un compañero de la Junta de Buen Gobierno
nos llamó para hacer filas y cantar el himno, pasarnos lista y avisarnos el
itinerario. A las 8 de la mañana iniciamos labores, la sesión de ese día fue
una presentación que la Junta de Buen Gobierno dio sobre la historia de los
gobiernos autónomos desde que nace la otra lucha por tierra y libertad en 1910.
Nos compartieron su modo de organizarse actual y dijeron que la libertad no
vino del cielo, que ahí nació en ellos mismos con la autonomía que construyen
todos los días.
La casa donde fui con mi guardiana estaba en el
municipio Miguel Hidalgo en el pueblo Ventana, hicimos una hora y media en
camión y como seis de camino porque no hay modo de entrar más que caminando,
hay mucho fango y la tierra se patina, pasamos varios arroyos, atravesamos
cafetales y cruzamos el río en lancha. Las compañeras zapatistas con hijos y
mochila hacen quizás la mitad del tiempo que con nosotras porque con la torpeza
de nuestros pasos de asfalto y las mochilas gigantes que llevamos, alentamos el
camino al doble. Las compañeras aprovecharon para recordarnos que ellas cortan
frijol y maíz en esas tierras y a veces llueve y cargan los costales con el
mecapal hasta sus casas mientras amamantan a sus hijos. No se quejen tanto, nos
decían.
El curso de La libertad según los zapatistas fue
una compartición del modo de vivir en la autonomía, nos enseñaron cómo resisten
todos los días trabajando la tierra y viviendo de ella, nos compartieron su
sueño de libertad, recordaron su experiencia desde la clandestinidad, durante
el levantamiento y hasta ahora: “No íbamos por valientes a la guerra, íbamos
con mucho miedo pero con la cabeza limpia y segura que ya quería la libertad,
eso nos daba fuerza y coraje, es que ya estaba bueno de tanta injusticia…” Por
ejemplo, el kilo de cacao lo daban en 50 centavos y sacaban 30 o 40 bultos. Nos
platicaron que todos los robos, despojos y maltratos orillaron a tantos compas
a unirse al “ya basta” del EZLN desde que fueron los reclutamientos.
Fuimos a cortar frijol, en el camino cuesta arriba
donde está la siembra, atravesamos acahuales, maizales, cafetales, íbamos
comiendo jolcots, tsui, mumun, aguacate, chiles, sólo de subida ya habíamos
probado muchas verduras del monte, y de cada una mi Magda, la mamá de la casa
donde
quedé, me explicaba en tzeltal cómo la cocinaban y
cuándo era la temporada de cada planta, mi guardiana Hortensia traducía todo el
tiempo. Cuando llegamos, Hortensia y Magda, acostaron a sus bebés en un
plástico bajo una sombrita en lo que cortamos el frijol, cuando dio fuerte el
sol bajamos con un costal cargado con mecapal cada quien pero antes
fuimos por hojas de plátano porque ese día cenamos tamalitos de frijol
fresco.
También comimos caldo de gallina y la Deisy, de 14
años, me enseñó con suma destreza cómo se mata, despluma, limpia y cocina la
gallina. Les hacía gracia que fuera tan cobarde para ayudarles en esto, pero
dijeron que igual era necesario que lo aprendiera. Todas las tardes eran
para leer los cuadernos que nos entregaron al inicio sobre los Gobiernos
Autónomos y después platicar con ellos sobre cómo vivían la resistencia.
De seguro nos hacen falta ojos para alcanzar a ver
todo lo que hay detrás del esfuerzo de los compas para llevarnos a su escuelita
de libertad. Nunca vimos una moneda durante el trabajo desde la salida hasta
que nos regresaron. Nos alimentaron, hospedaron, transportaron a los recónditos
lugares de la selva, celebraron nuestra llegada y salida, nos enseñaron,
tradujeron incansablemente a todos sin cobrarnos nada. Repiten continuamente
que el dinero y el interés capitalista es el enemigo fuerte porque enturbia las
resistencias. En su democracia las autoridades nunca cobran por sus cargos, se
eligen mediante asambleas y cubren varias labores. Los compas sólo enseñan con
el ejemplo.
Me deja pasmada el trabajo incansable de nuestras
mujeres zapatistas en especial de las guardianas que nos cuidaron durante la
estancia, mujeres tan jovencitas con hijos en el pecho y en el vientre que no
se cuestionan si lucharán por la causa o sacrificarán la salud de sus bebés porque
eso no se cuestiona, nacen en la lucha y responden con su vida para cumplir la
labor. No vi que hubiera descanso con mi familia -que lo fue desde su corazón
estos poquitos días-, las mujeres viven para trabajar y mantener con vida a los
demás, se lava el maíz desde las 4 am y en todo el día no se deja de moler para
que alcance pozol y tortillas para los ocho hijos sanos que viven en casa.
La pulcritud en su cotidianidad es intachable, los niños se ven
contentos, las mujeres están fuertes y orgullosas de ser zapatistas.
El sueño de nosotros, nos dijeron los compas, es
que ustedes vean que nuestra lucha es por la vida y se lleven esta semilla a
sus pueblos y la hagan crecer.
Publicado
el 26 de agosto de 2013
Nunca termina uno de aprender: Sara Jardón Jurado,
81 años
Doña Sara se llenó de pesar cuando pensó que había
olvidado sus libros de La Escuelita Zapatista porque se enfermó. “Es la primera
vez que voy con ellos y subí con tanto garbo y cariño, que no se me hizo
pesado”, recuerda.
Sara
Jardón Jurado
Foto: Nicolás T.T.
Foto: Nicolás T.T.
Me llamo Sara Jardón Jurado. Tengo 81 años y me
dedico al hogar, a mis plantas y a mi casa. De La Escuelita supe por mi hijo;
él me invitó a Chiapas. Él fue allá con los zapatistas. De ahí me enteré y
tengo mis libros. Me gustó bastante todo lo que vi, fue muy interesante.
Todo el día estudiábamos y preguntábamos. Yo, por
ejemplo, preguntaba el porqué de todo lo que no entendía, y la persona que me
tocó -que no sé cómo nombrarla, la guardiana- era muy buena persona y nos
entendimos bastante bien. Sí vi sus casos terribles, les ponen mucho trabajo,
mucha tensión, y están mucho muy organizados.
Yo estuve en San Cristóbal. Llegábamos a las siete,
y los zapatistas ya salían arregladitos; entrábamos a desayuno y luego a un
salón grande a oír todo lo que decían. Después estudiábamos y repasábamos. Yo,
como estoy un poco sorda, no entendía, pero al salir con la joven Judith, me
informaba y le preguntaba. Aparte yo leía –me cansaba porque llevé mis lentes
para ver lejos y me costó trabajo, pero estuve leyendo y me encantó. De ahí
salíamos del salón a tomar café y de nuevo a estudiar. ¡Nos la pasamos
estudiando!
De los temas, la mera verdad es que todos fueron
interesantes. Casi, casi, se parece a lo que yo viví en México, cuando
invadieron mi terreno y me costó recuperarlo. Eso me volvió a la realidad.
Lo que más me gustó fue su organización. Son muy
disciplinados y llevan todo en orden. Desde que llegué todo me encantó. Es la
primera vez que voy con ellos y subí con tanto garbo y cariño, que no se me
hizo pesado. Mejor ya para venirme fue cuando me enfermé, pero estuve bastante
bien.
Como me puse mala, le dejé mis libros a mi hijo y
él me los va a traer. Me dio mucho pesar cuando pensé que se quedaban allá,
pero mi hijo me dijo, no, los compramos porque nos van a servir. Y sí,
principalmente a mí porque yo no tengo ni la primaria, apenas el tercer grado.
Voy a seguir estudiando para aprenderlo mejor y,
por ejemplo, practicarlo con mi familia. Que se organicen, que no vaya cada
quien por su lado, que la familia sea una. Por lo regular así somos, todos se
reúnen y muy bien, pero falta más porque luego dicen algo y no lo cumplen. Lo
que voy a hacer es decirles lo que aprendí.
Nunca termina uno de aprender. De todo el mundo se
aprende.
Publicado
el 26 de agosto de 2013
“Nos llevamos la tarea de hacer nuestros los siete
principios sobre los cuales caminan los más pequeños”: Santiago, economista
desempleado
La fiesta es parte de esta lucha y representa algo
muy importante para toda la comunidad. “Nosotros sabemos cuándo es el tiempo de
ir a la milpa y cuándo de la fiesta porque estamos disciplinados, pues toda
lucha requiere disciplina pero también se necesita bailar, pues”.
Santiago
Pensar en lo que representa una escuela para
quienes nos formamos en la visión occidental de la educación, nos refiere a
pensar en la autoridad de una jerarquía, en la competitividad, en la
acumulación de conocimientos y pensamientos que nos permitan adaptarnos a la
división internacional del trabajo, o al desempleo y a la cultura de consumo.
La experiencia de esa otra escuela, o la Escuelita Zapatista, como le ha
llamado el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), es una nueva
iniciativa que permitió abrir las ventanas y las puertas del tiempo y del
caminar zapatista para saber de qué están hechos, y cómo se camina la libertad
y la autonomía en la vida diaria de los mas pequeños, como se dicen ellos.
Quienes tuvimos la oportunidad de escucharles y
conocerles en sus caminos, en la milpa, en el potrero, en los cafetales o
tomando pozol, nos vimos reducidos teórica y políticamente, pues en este tipo
de escuelita no hubo un conjunto de sabios o profesores que lo saben todo. Aquí
no tuvieron gran importancia las categorías y conceptos para entender la
realidad. Las palabras sencillas y tan fuertes que ellos compartieron,
acompañadas en la mesa con el frijol, la salsa con limón, las tortillas y
totopos, son palabras que no caben en las abstracciones académicas, pero que
representan una realidad concreta que muchos hemos soñado.
Aquí se empiezan a reconstruir otro tipo de
relaciones sociales que rompen con el individualismo y con la dependencia del
mercado, un tipo de relación social que no sigue las manecillas del reloj, que
más bien mide el tiempo con el sol, con el agua y con el sentir de la madre
tierra, como lo dijo alguien en el Municipio Autónomo de Champa San Agustín,
del Caracol de la Realidad: “No necesitamos el dinero, pues lo único que
compramos es aceite, sal y jabón. Todo lo demás lo tenemos en la comunidad.
Nuestras formas de gobierno son como lo hacían antes nuestros abuelos”.
Cuando pensamos en la resistencia de los pueblos
zapatistas muchos imaginamos que es una situación tortuosa, pero al ver las
sonrisas de una vida que no mendiga ni pide limosnas a nadie, entonces
entendemos. Entendemos lo que ellos nos explican al decirnos que la resistencia
está en el corazón y en el trabajo con dignidad que se hace a diario en sus
comunidades. Nos afirman que tienen claro que no se levantaron en armas para su
beneficio, sino para la liberación de todos los pueblos del mundo. Nos dicen
que actualmente tienen una vida digna y que no necesitan las migajas del
gobierno: “el gobierno siempre ha querido ofrecernos apoyos, pero no aceptamos
migajas. Si ellos quieren construir una carretera o un puente que pasa
por nuestro territorio, tienen que pagar un impuesto y hacer lo que nosotros
decimos, porque aquí el pueblo manda y el gobierno obedece”, explicó un
zapatista.
Nos enseñaron el tiempo de la milpa, la comida
silvestre, nos asaron elotes y comimos pepitas de calabaza, mientras nosotros
hacíamos nuestras preguntas, algunas con mucha sustancia y algunas otras
absurdas. Sin embargo, nos tuvieron mucha paciencia y respondieron a todo lo
que preguntamos; cuando no podían, se juntaban entre varios miembros de la
comunidad o recurrían a los ancianos y ancianas, quienes se han encargado de
mantener viva la historia de sus luchas.
Así, el pupitre, el aula y las clases sobre
libertad y autonomía se adquirieron caminando a lado del Votan, con las
familias y con la comunidad, quienes compartieron la forma de resolver sus
problemas, de elegir a sus autoridades, de asumir un cargo, la participación de
la mujer y las responsabilidades de los niños. Nos enseñaron un pedacito de su
trabajo, de cómo hacen para la educación o para mantener buenas relaciones con
otras personas que no son zapatistas.
La fiesta es parte de esta lucha y representa algo
muy importante para toda la comunidad, niños, ancianos, hombres y mujeres.
Todos nos divertimos y disfrutamos, nos dijo otro miembro del Municipio
Autónomo: “Nosotros sabemos cuándo es el tiempo de ir a la milpa y cuándo de la
fiesta porque estamos disciplinados, pues toda lucha requiere disciplina pero
también se necesita bailar, pues”.
Mientras los estudiantes escuchamos y miramos a los
ojos a los miembros de la comunidad, quienes nos compartieron su palabra, una
de las voces nos dijo: “esta Escuelita servirá para compartirles cómo hemos
construido nuestras formas de gobierno y nuestras experiencias, así como los
errores que hemos tenido”.
Al regreso de la milpa, del potrero o del cafetal,
cada quien con su Votan dio lectura e hizo preguntas sobre los libros que nos
dieron al entrar a la escuelita, que trataron sobre el Gobierno Autónomo 1 y 2;
Resistencia Autónoma y Participación de las Mujeres en el Gobierno Autónomo.
Aprendimos sobre la importancia de la milpa; la
historia; los cargos, obligaciones, derechos y las formas de resistir, bajo los
siete principios del mandar obedeciendo con los cuales se rigen: Servir y no servirse;
representar y no suplantar; construir y no destruir; obedecer y no mandar;
proponer y no imponer; convencer y no vencer; bajar y no subir. Esta es la
columna vertebral del pensamiento y acción de cada uno de nosotros, nos
compartió una de las autoridades del municipio. También nos precisó que lo
aprendido en la Escuelita no es un modelo que se tiene que llevar a otros
lugares, sino que es un muestra de que otra realidad es posible, y que todo lo
que se pueda aprender y que sirva para otras luchas, será parte de un nuevo
tiempo que juntos comenzaremos a construir.
La calidez humana de los zapatistas hace que se me
enchine la piel, dijo uno de los estudiantes, y la gente de la comunidad
autónoma expresó que extrañaría mucho a los visitantes que decidieron conocer
la vida en territorio liberado, la lucha por la libertad y la autonomía:
“Estaremos muy tristes cuando se vayan, pero estaremos más tristes si cada uno
de ustedes no lucha en su propio pueblo, pues los zapatistas no vamos a poder
solos. Tenemos que hacerlo todos juntos”.
A los zapatistas les agradó mucho nuestra
presencia, pero nos dejaron claro que cada uno de los estudiantes debe asumir
la responsabilidad que le corresponde en sus comunidades, en sus pueblos y en
sus países, todos construyendo un pedacito de ese mundo que tanto soñamos, ahí
donde quepamos todos y todas. Si no es así, “sólo vinieron de turistas y a
visitarnos, sólo nos seguirán viendo desde fuera, y entonces quiere decir que
no aprendieron nada”, dijeron, mientras cada uno de nosotros nos
transportamos a los lugares de donde venimos e imaginamos qué podemos hacer o
qué es lo que nos ha hecho falta, y lo buscamos en estas comunidades, con los
más pequeños y de corazones enormes, quienes son como luciérnagas en la noche.
Mientras escuchamos con atención las palabras de
despedida para regresar al caracol que nos corresponde, nos dictaron la tarea:
“hay tarea pues para el siguiente nivel, y esa es la que ustedes mismos se van
a poner en sus lugares de donde vienen. Lo importante es romper con la
individualidad y reconstruir nuestras comunidades, como lo hemos hecho
nosotros”.
Estos son solo algunos recuerdos de las clases que
recibimos en nuestras aulas, que fueron los diferentes municipios que integran
los cinco Caracoles zapatistas. Así se podrán compartir las múltiples
experiencias que vivieron todas las estudiantes, pues a la hora de la salida de
clases todos nos compartimos lo aprendido y coincidimos en que la escuelita fue
un gran éxito. Muchos pudimos entender la magnitud de lo que implica pensarnos,
o pensar en el peso que tiene esa palabra que tanto usan los zapatistas:
“Nosotros”. Entonces, nosotros nos llevamos la tarea de aprender a pensarnos en
comunidad, aprender a escuchar y hacer nuestros los siete principios sobre los
cuales caminan los más pequeños.
Publicado
el 26 de agosto de 2013
Mi Votán es una mujer joven de 21 años, de piel
chocolate, ojos obscuros, cara redonda y pequeña nariz respingada: Natalia, de
Toluca
Era dura conmigo y con ella misma al estar siempre
a mi lado, al acompañarme al baño por las madrugadas y tener que interrumpir su
sueño, al ponerse a estudiar a mi lado a pesar del cansancio después de haber
molido maíz, hacer tortillas, hacer el pan, caminar hacia la milpa.
Natalia
Montiel, Colectivo Autónomo Libre-Mente
La llegada, el recibimiento
Conmoción, alegría y confusión son sólo algunos de
los pensares y sentires que experimenté durante mi estancia en La Escuelita de
la Libertad según l@s zapatist@s. Semanas antes comencé a imaginar cómo iba a
ser todo aquello, pero siendo sincera, preferí dejar de hacerlo, para vivir lo
que habría que vivir de la forma en la que tenía que vivirlo, sin tanta
expectativa pues, evitando los prejuicios.
Por fin el día y al llegar al CIDECI en San
Cristóbal, me impresionó la cantidad de personas congregadas ahí para asistir a
La Escuelita; gente de todas partes del mundo, de distintos tamaños, colores,
culturas y lenguas. Eso sí, todas con una sonrisa en la cara, me parece que
nunca había visto a alguien tan feliz de ir a La Escuela. La sonrisa y la
mirada de nosotrxs lxs estudiantes es algo difícil de explicar, pero imaginen
la cara de alguien que no sabe exactamente lo que le ocurrirá, pero que sí
sabe, y está segurx, de estar en el lugar y en el momento adecuados.
Los ahí presentes movimos nuestros mundos, con la
única seguridad de que algo íbamos a aprender, de que en algo podíamos cambiar.
El camino hacia el Caracol V, el ”Que Habla
para Todos”, fue largo (unas ocho horas) pero tuve la fortuna de contar con
buenxs compañerxs de viaje. El tiempo nos dio para conocernos y pasar por
distintas etapas; de la presentación al canto y al juego y de ahí, compartir
algunas reflexiones sobre nuestros conceptos de libertad, sobre nuestro andar
en la vida, sobre nuestros aprendizajes. Cuando nos dimos cuenta, ya habíamos
llegado al Caracol, y se nos recibía con una manta y todos los compas en fila
aplaudiéndonos, sí, aplaudiéndonos; y ante tal bienvenida, nosotrxs
caminábamos con la cabeza gacha o sonrojados, “chiviados”. Ya en el
auditorio, los aplausos no se dejaban de escuchar y al unísono, compas y
estudiantxs gritábamos ¡Viva la Resistencia!, ¡Viva la Escuelita!, ¡Viva la
Libertad!, ¡Viva la Autonomía! Yo no sé para los demás, pero para mí ese fue y
es uno de los mejores momentos de mi vida, yo no cabía de la alegría, de la
esperanza, de la rebeldía que me embargaba, fue una sobredosis de emociones,
fue sentirme parte de un momento, no sólo mío, sino también de un momento
histórico.
Cenamos y bien cenadxs, porque los compas además de
organizadxs y solidarixs, son harto generosxs. Ya con la panza llena nos fuimos
a dormir y como a eso de las cinco de la mañana, llegaron los estudiantes que
faltaban y tuvieron un recibimiento igual de impactante que el de nosotrxs. Lxs
compas no durmieron, estuvieron en vigilia, siguieron calentando comida,
cuidando nuestro sueño, a pesar de su cansancio, su ánimo estaba por los
cielos.
Mi Votán y mis maestrxs
Ella (Votán) es una mujer joven de 21 años, de piel
chocolate, ojos obscuros, cara redonda y pequeña nariz respingada. Tiene una
sonrisa que regala luz, y cuando no la tiene, se observa dura, “poco amigable”,
“ruda”. Y sí, ella es todo eso, es una luz que me ayudó a disipar el “shock
cultural” que sufrí al llegar con la familia, con mis maestrxs en la comunidad,
porque de pronto yo no pude evitar sentirme como una intrusa y ella, con esa
sonrisa suya, su claridad y paciencia, me reconfortó, me hizo ver que sólo era
cuestión de reconocernos, porque iguales, ya éramos. Era dura conmigo y con
ella misma al estar siempre a mi lado, al acompañarme al baño por las
madrugadas y tener que interrumpir su sueño, al ponerse a estudiar a mi lado a
pesar del cansancio después de haber molido maíz, hacer tortillas, hacer el
pan, caminar hacia la milpa; era duro para mí sentir a veces que no tenía “mi
espacio personal”, pero para ella era duro también saberse responsable de mí y
de mi seguridad y al mismo tiempo, de la seguridad de lxs hermanxs zapatistas.
Y al principio, muy al principio, claro que fue poco amigable, no lograba
sacarle una sonrisa.
Mi Votán, como pueden ver, tenía un sentido de la
responsabilidad y el compromiso muy fuertes, y también una claridad política
impresionante. Todas las dudas que llegué a tener de los textos que nos dieron
para estudiar ella las aclaró sin problemas, asegurándose siempre de que yo
comprendiera lo que leía. Ella ya es una promotora de educación en su
comunidad, se sabe mujer, indígena, con un corazón abajo y a la izquierda; es
curiosa, rebelde y ya en confianza, muy risueña, bromista y cariñosa.
Ella y mis maestrxs son un ejemplo de resistencia y
humildad, porque saben y reconocen sus errores y saben también que la lucha por
su autonomía ha hecho eco en todo el mundo y, sin embargo, no se sienten con
ninguna autoridad como para dar recetas sobre lo que se debe o no hacer, saben
que su lucha no es sólo por México, sino que es para todxs lxs que habitamos
este planeta y por eso, estaban felices de que fuéramos con ellxs a aprender y
a compartir, porque quieren que seamos semilla en nuestros lugares, nos llamemos
o no zapatistas.
A mi Votán no la voy a olvidar y sé que ella a mí
tampoco, también sé que mis maestrxs me tendrán en su recuerdo y corazón, como
yo los tengo a ellxs. Ellxs se aseguraron de que yo comprendiera que soy
semilla y de que si creo en lo que hago, no lo debo de abandonar, porque la
lucha sigue y sigue.
-N, ¿entendiste?
-¿Qué?
-Lo de la semilla
-¡Ah! sí
- Más te vale (ese “más te vale” acompañado de un
ligero zape en mi cabeza y un abrazo de mi Votán)
Publicado
el 26 de agosto de 2013
A cada uno de todos los asistentes se nos asignó un
surco para limpiarlo: Rogelio Rueda, profesor de bachillerato
Al llegar a la milpa, los dos hombres más ancianos
nos dijeron que primero haríamos una oración, que íbamos a pedir que la milpa
esté contenta, y también que nadie se lastime ni pase nada malo durante la
jornada de trabajo, oramos todos.
Rogelio
Rueda Segura
Foto: Más de 131
Foto: Más de 131
La reciente invitación del Ejército Zapatista de
Liberación Nacional a la sociedad civil para participar en “La Escuelita”
zapatista, ha sido una extraordinaria experiencia de vivir la
interculturalidad.
Como profesor de nivel Bachillerato, imparto la
materia de Taller de Comunicación a alumnos de tercer año del Colegio de
Ciencias y Humanidades en el plantel Vallejo; en esta materia definimos el
concepto de Comunicación como la Acción que realizan individuos o grupos por el
Bien Común, no es sólo “platicar entre dos personas”; Comunicación como un
proceso de Acción conjunta por el bien de la comunidad.
Después de la inscripción en el Cideci, nos
trasladamos a la comunidad La Garrucha, conocido como Caracol III Francisco
Gómez, En la reja de entrada, lo primero que se ve es un letrero
grande de madera con la imagen de Emiliano Zapata y el texto:
BIENVENIDOS AL PUEBLO FRANCISCO
GOMEZ. NUEVO MUNICIPIO INDIGENA
TERRITORIO REBELDE ZAPATISTA.
Ahí me fue asignado mi Guardián, mi Votán,
el señor Gerardo, y enseguida nos trasladamos a la comunidad Benito Juárez,
perteneciente al Municipio San Manuel.
Además del caluroso recibimiento que nos ofrecieron
con cantos de la comunidad reunida en la explanada central y del horario de
actividades para el día siguiente, lunes 12 de agosto, nos brindaron una
sencilla cena de café caliente y galletas de animalito. Después todos nos
fuimos a dormir.
“Horario de trabajo zapatista EZLN”
Plan de trabajo
5 de la mañana diana
5:30 desayuno
6:00 trabajo colectivo
8:30 pozol
11:00 descanso
12:00 bañar y almuerzo
1:30 clase
5:00 descanso y comida
7:00 café
9:00 silencio
A la mañana siguiente, fuimos despertados por
nuestro Guardianes, a lo lejos se escuchaba a los músicos tocando la
diana, esa divertida frase musical del Jarabe Tapatío.
Un grupo aproximado de 30 campesinos, con su
pasamontañas o paliacates rojos, nos esperaban para ir a chaporrear, a limpiar
la milpa de yerbas extrañas que pudieran robar nutrientes al maíz, caminamos
como 40 minutos para llegar al plantío.
Al llegar a la milpa, los dos hombres más ancianos
nos dijeron que primero haríamos una oración, que íbamos a pedir que la milpa
esté contenta, y también que nadie se lastime ni pase nada malo durante la
jornada de trabajo, oramos todos.
En seguida cada uno de todos los asistentes se nos
asignó un surco para limpiarlo, comenzamos todos a trabajar al mismo tiempo,
por supuesto que nosotros los caxlanes, los alumnos de La Escuelita,
avanzamos muy despacio, por lo que éramos apoyados por los compas que iban a
nuestro lado, aun así, las ampollas en las palmas de las manos no se hicieron
esperar.
Después de casi dos horas de trabajo, todos
descansamos y sorpresivamente nuestros guardianes sacaron de sus morrales el
pozol, botellas con agua y jícaras de plástico para hacer cada quien su pozol,
también sacaron tortillas y arrancaban del piso una planta llamada Tzul, -creo
que es Yerba Santa-, con un sabor a lima, de la que comeríamos el tallo y las
hojas.
Cada quien disolvió una porción de masa en su
jícara con agua igual que lo hacían ellos, y en un momento dado, mi Votán se
llevó la jícara a la boca, tomó un trago, jugó con él en su boca y lo escupió.
Yo tomé un poco y lo digerí, estaba frío y dulce,
me gustó, los demás hicieron lo mismo. Pero entonces mi Votán me dijo algo así:
“Es bueno el pozol, lo sacamos de la tierra, la
tierra produce maíz; y es bueno darle un poco para agradecerle lo que nos da”.
Nosotros avergonzados, mientras nos mirábamos a los ojos, tomamos un sorbo y lo
devolvimos a la tierra. Nuestros Guardianes no habían escupido, ellos hacían un
homenaje a la tierra.
Así pudimos reconocer algo de la vida cotidiana y
la cosmovisión indígena. La relación hombre-tierra es muy otra como ellos
dicen; no sólo es su tierra, es su espacio, su territorio que conjuga su vida,
su pertenencia al universo, su pasado y su presente.
Es por esto que ellos viven la Comunidad, es decir,
la Comunicación, llevan a cabo acciones conjuntas por el Bien Común.
En este sentido, La Escuelita ha nos ha permitido reconocer
que la utopía es posible: en las comunidades indígenas zapatistas se está
llevando a cabo el sueño de una sociedad mejor, donde existe la igualdad y
donde se vive cotidianamente la acción en común.
Un factor determinante, pero no el único, se da por
las relaciones de comunicación interna que existen, son relaciones de
respeto. Esto permite que la intercomunicación se dé en términos de
igualdad y libertad, y que nosotros, los alumnos, hayamos podido por una
semana, vivir y relacionarnos en términos de igualdad, respeto y libertad con
una comunidad indígena culturalmente distinta a nuestra cultura
occidentalizada.
Publicado
el 26 de agosto de 2013
“La experiencia zapatista es una grieta en el
territorio mexicano”: Alfonso Medrano, de Chile
Lo que sucede en su territorio liberado es para mí
realmente admirable, un compromiso con su historia para pasar de meros
espectadores, a participantes y constructores de su futuro.
Alfonso
Medrano
Foto: Nicolás T.T.
Foto: Nicolás T.T.
Un Votán no sólo es un guardián, es un guía, un
maestro consciente que aprende de ti como tú de él, es un tutor, pero sobre
todo, un compañero, alguien que abrazó los caminos de la lucha y que te recibe
con humildad y respeto, que te acoge en su hogar para mostrarte cómo se ha ido
desarrollando el trabajo indigenista, teñido de zapatismo en el estado de
Chiapas.
En lo personal, tuve la suerte de que mi Votán
hablaba un castellano casi perfecto, en parte porque era promotor de educación
y en parte porque su curiosidad personal e intuición intelectual estaban
sumamente desarrolladas al igual que su sensibilidad, por lo cual la barrera
del lenguaje no operó en nuestra contra, posibilitando así un acercamiento
mayor. Escuchar su relato de vida era una enseñanza total sobre lo que
significa asumir los costos de una vida rebelde, que muchas veces trae
aislamiento, hambre y dolor. Una de sus frases que me marcaron fue cuando me
dijo “en una guerra nadie gana, pero necesitábamos hacerla”. Me
pareció una reflexión muy lúcida de cómo la violencia es una necesidad política
de los pueblos, la autodefensa como voz de alzamiento un derecho, pero a
sabiendas de sus costos y traumas como también de sus pequeñas y no tan
pequeñas victorias. .
Durante 30 años de organización, resistencia y
combate al mal gobierno, el pueblo zapatista ha levantado sus propios órganos
de gobierno, han transformado el concepto de democracia en política inclusiva
donde se abrió un espacio para volver a dialogar y así decidir colectivamente
cómo caminar juntos, han entendido que los cambios radicales NO se pueden
gestar bajo el alero de la política institucional y que se requiere de la
autonomía como forma para avanzar con más preguntas que certezas, un camino que
tiene contradicciones pero que no se detiene gracias al compromiso y
empoderamiento de todos y todas las comuner@s que habitan estas tierras
La experiencia zapatista es una grieta en el
territorio mexicano, un punto de fuga, una ruptura profunda con este modelo de
vida, convivencia y producción. Lo que sucede en su territorio liberado es para
mí realmente admirable, un compromiso con su historia para pasar de meros
espectadores, a participantes y constructores de su futuro.
Publicado
el 26 de agosto de 2013
“La flor de la autonomía no crece en todas partes”:
Gustavo Esteva, intelectual
Para el director de la Universidad de la Tierra, en
Oaxaca, la gran enseñanza de los zapatistas es que para resistir, es
indispensable construir alternativas.
Gustavo
Esteva
Foto: Más de 131
Foto: Más de 131
México. Quizá no haya otro grupo que por casi veinte años
haya sido acosado cotidiana y permanentemente -militar, paramilitar y de todas
las formas imaginables- como los zapatistas. Lo que aprendemos con ellos y con
otros pueblos del país es que la resistencia no es simplemente aguantar. Hay
que resistir, hay que oponerse a un programa, acción, presa o mina, pero
la única forma en que esa resistencia va a ser exitosa es si al mismo tiempo,
construimos realmente una posibilidad diferente de vivir, que es lo que han
hecho los compañeros zapatistas. Tienen una forma diferente de vida y de
gobierno que nadie puede ya destruir. Pueden matarlos a todos y será la única
manera, pero no pueden destruir esa forma de vida.
Esto es lo que hemos aprendido: la resistencia
tiene éxito, puede durar, puede persistir y puede seguir adelante cuando está
construyendo una alternativa. No podemos estar nada más aguantando; perdemos si
nos quedamos nada más en ese nivel. Y esa construcción autónoma es la que
define.
Se ha visto en varias comunidades –lo dicen los
compas una y otra vez- que la flor de la autonomía no crece en todas partes.
Hay que localizar su suelo, donde puede florecer, y hay que abonarlo con los
que los compañeros nos dicen, que es que hay que organizarnos. Pero la
organización implica primero ver cuál es el suelo en el que esa construcción
autónoma va a tener lugar.
Publicado
el 26 de agosto de 2013
“Así es cómo y aquí es dónde, comprobamos”: Rodrigo
Tornero, Colectivo La Tribu, Argentina
Nos enseñan interesados en lo que sabemos, nos
acompañan cuidadosas de cómo andamos, nos proponen a la altura de lo que
podemos y nos despiden con festejos de bienvenida.
Rodrigo
Tornero
Foto: Nicolás T.T.
Foto: Nicolás T.T.
Que se puede vivir el arte de la felicidad común.
Que se puede hacer una celebración del encuentro a cada despertar. Que se puede
producir la autonomía y que producir no debe ser sinónimo de depender. Que el
uno y el todo son necesarios y suficientes. Que se puede andar siendo mientras
se hace lo que se debe hacer para vivir dignamente y que así, caminando a la
par, todas las tareas tienen por paga, no la mísera riqueza que se acumula sino
la profunda libertad que se practica.
“Y así pues!, así es compa. Así somos”, se dicen y
nos dicen los y las zapatistas que nos reciben en sus casas y nos ofrecen todo
aquello que han liberado de esas prisiones ya de hule en estas tierras muy
otras: los malos gobiernos y el mercado. Así es cómo y aquí es dónde,
comprobamos. Nos enseñan interesados en lo que sabemos, nos acompañan
cuidadosas de cómo andamos, nos proponen a la altura de lo que podemos y nos
despiden con festejos de bienvenida.
Apenas si puede escribirse el qué y el cómo hemos
aprendido en La Escuelita por la Libertad según los Zapatistas y ya resuena el
para qué.
Con esa pregunta andaremos entonces regando el
camino de vuelta a nuestras tierras.
Publicado
el 26 de agosto de 2013
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